Otra frecuencia
No hay milagro.
Solo un leve ajuste:
otra frecuencia.
No hay milagro.
Solo un leve ajuste:
otra frecuencia.
aprendí a doblarme
para caber en la forma
de otras mujeres
hoy me hablé
como si nunca me hubiera fallado
Al principio no entendía
por qué no era como los demás.
Aunque estos huesos conocen la quietud
y las grietas de su casa,
su fuerza interna acepta
el ruido.
He aprendido a no contar las veces que no ocurrió nada.
No porque no duelan —duelen—,
sino porque esa álgebra no vuelve fértil la tierra.
De niño fue templado, silencioso.
Crecía en el silencio y sin testigos.
Habitaba en sí mismo, sin alarde,
como crecen las raíces en invierno.