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Los días ya no se instalan con la lentitud de antes.
Vienen, hacen lo suyo —lo preciso—
y se convierten en el siguiente.
No es que pasen rápido.
Es que llegan completos,
como si supieran de antemano
lo que va a ocurrir.Me he dado cuenta esta mañana,
al ver cómo el humo del incienso
no se detenía en las cosas,
solo las rozaba.
La mesa, el cuenco, la piel de la fruta:
todo parecía listo para desaparecer.Caminé hasta la ventana,
y por un instante
la calle fue un solo cuerpo en movimiento:
la mujer que hablaba sola,
el perro que cruzó con el aire entre las patas,
una hoja que no caía
porque ya había caído.No sentí tristeza.
Tampoco alegría.
Era algo más tangible.
El mundo parecía justo.
—Quizá ya no estoy dentro del tiempo, sino a su lado.Pero entonces,
una voz exclamó mi nombre.
Y tardé
en saber que debía responder. -
La otra no es más sabia,
simplemente vive sin urgencia.
No ha llegado más lejos.Sencillamente
se ha detenido.Quizá ha aprendido a decir
menos palabras,
a mirar sin apropiarse,
a respirar, no para vivir,
sino para estar.Hay en ella
una economía perfecta:
lo justo para el día,
lo exacto para el alma.Si dejo de moverme,
me rindo
y dejo de esperar,tal vez
esa otra yo
respire conmigo.Por un instante,
callo
y estamos más cerca.Si olvido,
por accidente,
cualquier deseo,
la siento
respirar
detrás de mí. -
no dije mi nombre completo
por años
como si nombrarme a medias
obedeciera a un hechizo
de transfiguraciónaprendí a doblarme
para caber en la forma
de otras mujerespero el cuerpo no olvida su código
empezó por incomodar
detrás del espejo
en la raíz del sueñola noche se unió a otra noche
y casi diluida
sin testigos
sin consuelo
lloré por añosel día volvió a la luz del día
me di nombre
me di amor
me di treguafue un acto quirúrgico lento:
retiré lo ajeno
dejé la herida abiertame consagré
me rendí
me aceptéy aún sangrando
me reconocí -
[1. descanso]
no mejoré
pero dejé de luchareso trajo un alivio
que no venía del cuerpocomí despacio
para ganarme el bocadoy observé el mundo
sin intentar comprenderlo
[2. señal]
me dolía la cabeza
ya no era hambreme ardía el alma
pero era pasadono siempre lo que quema
significa algoa veces solo quiere arder
y apagarse
[3. abrigo]
no pedí nada
y aun así
la mañana fue suavela taza no tembló
en mis manosla voz que me habita
habló baja
como si no quisiera asustarmeese día no fui fuerte
solo estuve
y eso fue suficiente
[4. ahora]
desperté
y no era tardeno había deuda
ni mandatorespiré
como quien ya no espera
que el aire entre y signifique algoseguí
sin prisa
[5. vacío]
dejé ir
sin promesas ni miedono esperaba perdón
ni lo ofrecíno hubo gesto
solo el vacío
y el aliento que aún quedabano me dolió
no quise que doliera
ni entendí
lo que perdí
[6. promesa]
no me hice pactos
solo chocolate
y tiempodejé una silla vacía
por si volvía
la que fuino regresó
pero alguien apareció
que no pedía
ni causaba dolory me senté con ella
sin preguntar su nombre
[7. tarde]
no hice nada
el día pasó
como debíano gané tiempo
ni objetivo
solo minutosy al final
me sentí
un poco viva
[8. puerta]
cerré la puerta
no por miedo
por calmadentro
el aire no juzgabame escuché
como si fuera otra
[9. raíz]
quise huir
pero no quedaba cuerpome quedé
como se quedan las raíces
cuando el árbol caesin orgullo
sin misión
solo por estar
[10. tacto]
hubo una vez una mano
que no era dadora
era presenciano tocó
y sin embargo
me alcanzóno dije gracias
porque no sabía a quién
y callé
ante algo inmenso
[11. brote]
una vez más
abrí los ojos
y no estaba rotani entera
solo allí
algo había esperado conmigo
en la oscuridad que no miré
ni supe nombrary al fin
era el momento de continuar
[12. vuelta]
no volví al mismo sitio
pero me encontré
con lo que había dejado atrásno pedía
no exigíasolo estaba
como el agua
cuando por fin se aquieta
[13. voz]
hoy me hablé
como si nunca me hubiera falladono fue un perdón
fue un permisopara no entender
para no rendirpara ser
sin tener que merecerlo -
I.
Al principio no entendía
por qué no era como los demás.Todos parecían saber
a dónde iban.Yo solo quería quedarme quieta
y que nadie me midiera.Pasaron los años.
Aprendí a escuchar
el lenguaje de lo incompleto.Una taza rota aún sirve
si el agua no está hirviendo.Con el tiempo,
dejé de esconder las grietas.
Ahí también entra la luz.
II.
Empecé a amar las cosas que no volvieron.
No con nostalgia —
con gratitud.Los días que dolieron
me enseñaron a quedarme.
Los que no dijeron nada
me enseñaron a ver.El silencio de mi madre,
su forma de pelar la fruta
como si eso bastara.Y bastaba.
Nunca lo supe entonces.
Ahora sí.Hay una belleza
en no necesitar más.
Un descanso.
III.
Hoy puse flores en la mesa
sin motivo.No es celebración.
Es costumbre.El sol entró por la ventana
y pensé:
esto también es vida.No se parece a los sueños
que perdí,
pero ya no los quiero de vuelta.Estoy aquí.
Soy esta.Y eso ya no duele.
Eso,
es todo.
IV.
Lo que se queda
es lo que no se ve,
lo que no pide permiso para estar.Hoy,
la memoria ya no pesa.
Es ligera,
como una piedra
que el agua ha pulido.He dejado de buscar respuestas,
porque ya no hay preguntas.
Y me sorprende
que en ese silencio
por fin haya paz.
V.
Al principio me costaba,
no sabía cómo estar.Cada día era un intento
por encontrar el centro,
pero el centro no se encuentra.
Uno simplemente se suelta
y se deja caer
en el cuerpo.Y cuando eso pasa,
el día ya no tiene prisa.
Ni los recuerdos.
VI.
A veces me pregunto
si fui siempre así
o si el tiempo me enseñó
cómo ser esta.No hay retorno,
pero ya no lo necesito.
La aceptación ha sido mi camino
y mis pasos ahora
tienen más espacio.Es curioso cómo al final
no importa tanto
lo que perdí,
sino cómo aprendo
a seguir. -
No diseñé este cuerpo que me contiene.
Lo elegí para que la piel se endurezca
bajo el clima extremo.
Aunque estos huesos conocen la quietud
y las grietas de su casa,
su fuerza interna acepta
el ruido.Ya no lucho contra él.
Lo habito con la precisión de quien aprende
a navegar un río sin corriente,
sin esperar que crezca la tormenta.