Sin Beso No Hay Amor

A mi histórica amiga, Cristina G. (Tú ya sabes…)

El amor no habita en la jaula húmeda del lenguaje.
Vive en el acto que las transforma en hecho,
como el beso que la madre da en la herida del hijo
cuando la piedra hiere su rodilla.

Las palabras superficiales son vilanos,
frágiles hebras de diente de león, errantes,
cargadas de sueños que rara vez tocan la tierra
antes de desmoronarse al primer aguacero.

Un beso es el delicado proyecto del espíritu,
que, a través del alma y el cuerpo, se vuelve real,
sin temor al temblor de otro cuerpo,
de otra alma, de otro espíritu.

Amar es el Verbo,
y el beso, su primera conjugación.
Es el puente entre el decir y el hacer,
la vibración del «te quiero» resonando en la carne.

Sin beso, el amor es solo propósito,
melodía que no encuentra voz,
viento que no confronta a las ramas
para que compartan sus semillas.

Sin beso, el amor es aspiración,
que pretende ser luz, pero no ilumina.
Sin beso, no hay alquimia,
solo sombra de un deseo sin propósito.

Sin beso, las palabras se desvanecen,
son aire que se disuelve,
esperando ser algo más,
que aliento necesario para sobrevivir.

Porque el amor se edifica en la acción,
en la piel, en las manos, más allá del ruido,
santificando lo cotidiano.
En el gesto se revela la verdad.

Por amor a la poesía

Únete para recibir en tu bandeja de entrada
poemas y textos que quizá te inspiren.

error: Contenido protegido