Yolanda Gutiérrez
/* Sobre mí */
.yolanda gutiérrez martínez {
locación: #la-tierra; #barcelona;
alma: #creadora
personajes: #poeta; #rapsoda; #actriz; #compositora; #cantante;
#guionista; #comunicadora; #buscadora; #artista-gráfica;
fondo: madre !importante; #3;
pasional: 100%;
}
La escritura me acompaña desde mi infancia como un juego secreto y, al mismo tiempo, como un ritual íntimo. Es el lugar donde mi niña interna se asoma, donde el asombro aún respira. No tengo una explicación lógica para ello: escribo porque lo necesito, porque me apasiona con la misma fuerza con la que me desarma.
Cuando escribo, vuelo y me anclo al mismo tiempo: mis pensamientos se expanden como horizontes abiertos, mientras mi cuerpo recuerda que está aquí, presente, sosteniendo cada palabra. La poesía me devuelve al instante con toda su crudeza y su belleza, como si lo sutil se volviera tangible.
Cada vez que nombro lo que me inquieta o me conmueve, algo dentro de mí se transforma. Es un descenso a lo profundo: mi cuerpo emocional encuentra un cauce, mi subconsciente abre grietas, y de ahí brotan imágenes que a veces me sorprenden incluso a mí. La escritura es exploración y hallazgo, un diálogo entre mi resistencia y mi alegría.
Para mí, la poesía se parece a la fotografía macro: una lente que se acerca al detalle que suele pasar desapercibido. Nombrar lo invisible, exponer lo pequeño hasta volverlo inmenso.
Como lectora, me entrego a cada verso como quien cruza un puente: hay textos que son abismos que me dejan temblando, y otros que iluminan vetas ocultas en mi pensamiento. Todos me invitan a reconocerme y a expandir mi mirada.
Escribir y leer poesía es, para mí, un modo de trascender lo ordinario y transformarlo en experiencia. Es un viaje hacia lo sutil y, a la vez, una confrontación con lo intenso. También una manera de desvelar el misterio. En cada poema hay una posibilidad de encuentro: conmigo, con el otro, con lo universal.
Los versos de autores y autoras que admiro permanecen como constelaciones en mi memoria: Miguel Hernández, Neruda, Pizarnik, Galeano, Gloria Fuertes, Whitman, Szymborska, Idea Vilariño, Louise Glück, Panero, Kahlil Gibran, Chantal Maillard, Ida Vitale, Begoña Abad… Todos ellos me recuerdan que escribir no es solo una práctica, sino un destino: el lugar donde puedo ser cuerpo, emoción y pensamiento en el mismo gesto.
«Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que no conocí, pero que forjaron un suelo común, de aquellas que amé aunque no me amaron, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero.»
A. Pizarnik