Poema sobre cargar con responsabilidades ajenas y el servicio confundido con deber
En una estación,
un hombre me pide que custodie su mochila.
En una estación,
un hombre me pide que custodie su mochila.
El plato vibra
cuando alguien lo deja sobre la mesa.
Esa oscilación viaja,
se adhiere a la piel del día
como un resplandor discreto.
La mayoría de las flores
se alzan con medida.
Obedecen un mandato.
Pero a veces,
una amapola
rompe el trazo.
Su tallo replica el ímpetu
de las semillas valientes,
que el sol consagra
con su mirada oblicua.
…
Soy la nieta, la hija, la hermana
de mujeres que bordaron esfuerzo
en el lienzo gastado de la historia.
…
El oxígeno que exhalas, que también inhalo,
es un huésped que lleva siglos viajando:
ya fue aliento de un árbol antiguo,
vaho de un mundo que ya no existe,
fragancia viva de otros pulmones.