Frecuencia propia

Ya no busco en lámparas ajenas
lo que, con suavidad, arde dentro.
No releo verdades en otros ojos;
prefiero encarnarlas, simplemente.

Lo que vibra

Crees que todo recae sobre el cuerpo,
que el día empieza
con una lista de acciones urgentes.
Pero si das permiso a la respiración
para que penetre en tu vida,
lo esencial murmura debajo:
una vibración leve,
como el sonido final del cuenco tibetano
que todavía se estira en el aire.

Disponibilidad

Cuando te abres, tantas veces,
te vuelves el espacio
que cualquiera puede atravesar, sin gratitud
(esa energía que recarga).

Instante lúcido

Hay un instante lúcido,
impulsado por fragmentos
que pidieron ser escuchados,
un sentido poderoso,
capaz de mostrar la piedra de ignorancia
que atraviesa la garganta.

Momento memorable

Una de las sillas está bajo el árbol.
El sol atraviesa sus hojas;
todo lo que queda después,
sombra y frescor que todos agradecemos.

Cada quien repite lo suyo

Repiten como si hubieran estado allí,
aquí,
en todas partes a la vez,
como si la vida tuviera un manual
que hubieran leído —
o escrito—
con voz canalizada,
bajo la bendición de una lámpara
que se enciende justo a tiempo.

Estación suspendida

He tenido que volver, en servicio, demasiadas veces
a un cuerpo que no descansa.
Presagio de tristezas antiguas,
lejía,
y de todo lo que tememos que suceda;

No te alcanza

Primero fue el sonido:
la noria chirriando en lo alto,
los gritos suben, pintan el azul de rojo.