Cada quien repite lo suyo
Poema sobre el milagro de la vida más allá de dogmas, ciencia, religión y creencias
Dios. Universo. Energía.
Matriz. Dimensiones. […]
Repiten como si hubieran estado allí,
aquí,
en todas partes a la vez,
como si la vida tuviera un manual
que hubieran leído —
o escrito—
con voz canalizada,
bajo la bendición de una lámpara
que se enciende justo a tiempo.
Repetición.
No importa si cada célula lo encarna.
Repetición.
Formas similares de nombrar
lo que no sé si comprenden del todo.
Repetición,
hasta que suena verdadero.
A veces me escucho igual:
un cuerpo que tropieza
con una fe prestada,
con palabras que ya no le pertenecen.
Y, aun así, insistimos,
como si supiéramos.
Como si el presente
fuera algo que se pudiera conocer—
profundamente—sin hacerse preguntas.
Lo espiritual —quizá—
es otra moneda gastada,
que pasa de mano en mano,
falsificada.
A veces, el espíritu —
energía que eleva la vida—
no vibra en ninguna frecuencia.
Quien duda
queda fuera del círculo
secreto de los elegidos.
Quien niega
es abrazado por la masa
y por los que se sientan
en la mesa de la ciencia.
Algunos no preguntan.
Ninguna parte
sabe completamente:
¿Qué es la vida,
si no un milagro?
¿Qué lo enciende?
En esta jungla sin altar,
cada uno defiende su oración
o su investigación
en el pecho, como un mantra.
¿Pero alguien teme
haber elegido la oración equivocada?
Intuyo que muy pocos
habitan, de verdad,
el milagro.
Este poema celebra la vida como milagro, sin necesidad de encajarlo en credos ni en certezas absolutas. Lo sagrado no depende de etiquetas ni validaciones externas, sino de la capacidad de asombrarnos ante lo cotidiano. La vida se vuelve altar en cada respiración, y la invitación es a reconocer que lo extraordinario habita en lo simple.
✦ Acción poética:
Te invito a elegir un momento de tu día —quizá al beber agua, mirar el cielo o sentir tu respiración— y mirarlo con ojos de asombro.