Lo nuestro

… deshacer la costumbre
de volver al sol
como si eso no fuera gran cosa.
 
Desconocemos las probabilidades
que existen de que el día deje
de enumerarse en la agenda.
¿Y si celebramos cada día el regreso
del alba puesta en los labios?
 
Nuestros besos ya no contienen la prisa.
Son mensajes cifrados, conmovidos
testigos de nuestras bocas cosidas.
 
Nosotros, adiestrados a la vehemencia
de la almohada hundida en el cráneo,
acostumbrados a que nuestras manos
recorran estancias tan frecuentadas,
pero nuevamente llega el placer de la ola
que nos atrae hacia el mar tropical
igual de imponente que la primera vez
que de verdad nos ahogamos.
 
Cuando hayamos desaparecido
de esta isla que ahora nos habita
—quizá no sea la muerte real
aquello que nos borre—
esta luz ya no tendrá sentido.
Es ahora, en este instante, que lo tiene,
conscientes de nuestra fragilidad
y de lo fuerte que es lo nuestro.

Por amor a la poesía

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