Silenciados

La caricia lingual incendia
el témpano de la noche
Las sábanas son útero
que ondula cuerpos
Descorremos la piel agitada,
los instintos se mezclan
La cama y lo intangible
se clavan en el entarimado
Los párpados tiemblan
en la penumbra fértil
El horizonte es femenino,
masculina, cada partícula de placer
que se inyecta en la carne
Las piernas se escinden,
—silencio— la inocencia
sueña al otro lado del muro


Silenciamos el grito


para morir como el árbol del sándalo
que después de talado
regala su perfume de incienso

Por amor a la poesía

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