Nombrarme
aprendí a doblarme
para caber en la forma
de otras mujeres
aprendí a doblarme
para caber en la forma
de otras mujeres
hoy me hablé
como si nunca me hubiera fallado
Aunque estos huesos conocen la quietud
y las grietas de su casa,
su fuerza interna acepta
el ruido.
Está en el borde de mi cama.
La mente se asoma,
como un niño inquieto en la ventana,
esperando oír su nombre.
Entiendo mi invierno,
en esta estación,
soy un árbol que se guarda.
Cada rama, cada propósito,
es un puño cerrado que acumula.
No hay prisa.
Antes de integrar lo nuevo,
hay que repasar el caos que fuimos,
el poso de las promesas con las que nos mentimos
y los vestigios de lo que nos arrastró
por caminos sin mapa ni corazón.
Que también es ese grito de guerra que me niego a domar
y el correr descalza en medio del desastre,
porque sé que la alegría crece en la hierba fresca.
Huir de
lo que hiere.
Desprender
el miedo,
como la
salamandra
que deja
atrás su cola
cuando
está peligro,
para que
en su lugar
crezca el
coraje.
He bordeado barrancos,
en sus filos supe del negro y de los ruidos
Aprendí en ellos la geometría del error
Regresaba desde ellos y agradecía que,
a pesar de la escasez y de los huracanes,
en mi hogar estaba todo
Espero estar a tiempo
de ganarme la lluvia
… una vez más
se perpetra la barbarie,
Quizá en París, Madrid, Nueva York…
el dolor duele más (?!)
o el siniestro es más terrible (?!)
—El trozo de tierra no importa
ni pertenece—
el cráter macabro
la sombra del planeta
el agujero en algunos corazones
cuerpos arrasados
vuelve a pasar
vuelve a pasar
¡vuelve a pasar!
Y no sé qué puedo hacer
yo
desde el confort de mi vida
¡N-O L-O S-É!
[Seguir criando a mis hijos con amor
para que amen todas las formas
Compartir amor y belleza en cada gesto]
respetar y amar
respetar y amar
¡respetar y amar!
desde la inocencia
de que (todavía) hay esperanza