Herencia
Poema sobre la herencia emocional de la infancia y la dificultad de nombrar el amor
Mi madre se dormía
con las manos cerradas.
No sé qué sujetaba.
En la cocina,
los platos se lavaban
cuando ya no quedaba ninguno en el armario.
Aprendí a llorar gritando
antes que a pedir.
Un día supe
que no era el ruido
o el desorden
lo que dolía,
sino lo que los hacía necesarios.
En mi casa no había silencio.
La tristeza se servía
en porciones pequeñas, constantes,
como el pan del desayuno, la comida y la cena.
Ahora tengo reticencias
cuando alguien nombra el amor
como si fuera fácil.
Y toco a mis hijos
con una ternura torpe,
delicada,
de esas que no se enseñan,
pero se repiten.
✦ Acción poética:
Te invito a recordar un gesto de cuidado recibido en tu infancia, incluso si fue torpe, breve o imperfecto. Permite que esa memoria se convierta en recordatorio de que el amor, aunque fragmentado, también viaja en semillas mínimas que pueden brotar de nuevo en ti.
—Al escribir este poema, he reconocido que en mi ternura torpe también late una oportunidad de transformar la cadena.