Saturno
Poema a Saturno y el tiempo: disciplina, límites y renacimiento interior
Guardián del umbral,
aunque me arrancaste del gris
y me arrojaste al recinto donde la espera
se volvió signo en la lengua,
hoy me celebro.
En tu casa oculta
me impusiste el aprendizaje más arduo:
habitar sin sostén,
sobrevivir al maestro de las aguas ciegas.
Cuando la corriente intentó disolverme,
me obligaste a enraizarme.
Me ofreciste un suelo áspero,
territorio severo
donde germinó la disciplina interior
cuando la certeza de perderlo todo
era más vasta que el deseo de huir.
Cada caída, tu examen secreto:
persistir desde lo profundo
mientras en la superficie lo real no existía.
Límite de hierro que me sostuvo.
Severidad justa que templó mi espina.
Tu reloj desgarró un ciclo,
con la paciencia mineral de los astros.
Desde entonces, la purga silenciosa
me obligó a caminar hacia adentro,
con más rigor que amabilidad.
En lo hondo, entre ancestros y fantasmas,
me revelaste que en la médula del hueso
la magia aún resiste.
Tu tiempo implacable ha finalizado.
Y agradezco.
Ya no soy rehén de tu morada
ni tiemblo ante tu sentencia.
Integro tu peso,
nuestro invierno.
En tu criba nació la raíz indomable,
y la intimidad que ahora honro
sin miedo a perderla.
En esta nueva oportunidad, cierre de etapa,
me abro a ser el reflejo en la roca
que el flujo del caudal
ha embellecido.