A manos quietas
Poema sobre el silencio como forma de amor y cuidado invisible
A quienes no les quedó más remedio que silenciarse,
y aprendieron a cuidar sin ser vistos, a entrar con sigilo…
Sostenía el cuenco roto de otros,
con las manos quietas.
Se volvía viento
cuando alguien contenía ira;
luz,
si el frío hería;
tierra,
para atrapar la lluvia
que caía en la tormenta.
Su voz sutil
registraba el día
sin que nadie escuchara.
Creció con la espalda doblada,
sintiendo cómo su energía
movía la copa de los árboles.
Aprendió del sigilo:
callar también es
ordenar la energía
de un espacio.
Y dejó de suplicar.
Entendió cómo amar,
cuando hablar podía herir.
yolanda gutiérrez
Yolanda Gutiérrez
Deja que el poema te encuentre
