Poema sobre la rutina cotidiana: fuerza en los pequeños gestos
Las manos tocan el aire,
quieren contenerlo todo.
Poemas que brotan de lo íntimo: memoria, emociones, lo confesional.
Las manos tocan el aire,
quieren contenerlo todo.
Me despierto más tarde que el cuerpo.
Hay algo en mí que no se mueve,
pero arrastra.
Una esencia quieta
que espera ser tocada.
No era la primera vez
que alguien me decía «cuídate»
al despedirse.
Sin embargo,
algo en su tono se quedó en mí,
como una mano en el hombro
en el momento oportuno.
Hoy volviste con pan.
Sin flores.
Sin gesto.
Sostenía el cuenco roto de otros,
con las manos quietas.
Al borde de la cama,
la manta recogida
como un cuerpo que se resiste
a perder el calor.
Muchos días
enciendo una vela blanca antes del mediodía.
Mientras la niña interior medita, sincroniza
el latido de sus fractales con el universo:
He tenido que volver, en servicio, demasiadas veces
a un cuerpo que no descansa.
Presagio de tristezas antiguas,
lejía,
y de todo lo que tememos que suceda;