Poema sobre la ternura cotidiana de la abuela: el lazo invisible con los que amamos
Storgé
La abuela parte el pan sobre la tabla
con movimientos suaves, como si supiera
que el cuchillo no corta solo el pan.
Palabras que invitan a la contemplación, a la pausa y al recogimiento.
Guardián del umbral,
aunque me arrancaste del gris
y me arrojaste al recinto donde la espera
se volvió signo en la lengua,
Un velo se descorre,
un espejo líquido
me mira a través de mi rostro multiplicado;
se disuelve,
se descompone en reflejos que no obedecen.
Si me buscas,
toca mi puerta del Este,
donde el amanecer es lúcido,
y la claridad enciende la frente.
El sendero se cerró,
y volvió a abrirse
unos metros más allá, con otra forma.
El claro donde termina
aún permanece:
espacio silente
que la maleza respeta,
lugar donde una mujer
se detuvo a sentir
la voz del bosque.