Convoco en el espejo
a todas las mujeres
que se amaron
y a las que la muerte
no se llevó del todo
porque sus obras
sus antídotos
sus inventos
sus descubrimientos
sus creaciones
son inmortales
Las imagino unidas
por profundas raíces
de la misma materia
y con el cabello coronado
por los destellos de un astro;
del corazón etéreo de cada una
brota la rosa de doce pétalos.
Las aves se suman al festejo
y la tierra —con su voz— las nombra
—ya nunca más silenciadas—
mientras yo, reflejada en la evidencia,
contemplo cómo mis ojos se iluminan.
Yolanda Gutiérrez
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