Haber dado a luz cuerpos
no define mi ser materno.
Mientras danzo,
amo la flor y la forma,
cuido del Mediterráneo,
donde nace, en cada instante,
de mí, el misterio.
Y aunque el nombre de madre
lo he ganado al concebir
recipientes de sangre,
sé que el infinito lo nombra
como horizonte humano
que abraza en su pecho.
La piedad reflejada en el espejo,
la luz que revela al ser materno.