Si el cuerpo pudiera recordar
Poema sobre la memoria del cuerpo
Si el cuerpo recordara
lo que las neuronas olvidan
en el intrincado poder de sus circuitos,
la piel revelaría
la sabiduría atávica
de lo sobrevivido.
El pulso, con su orden,
armonizaría el caos
de todas las afrentas.
Los pulmones silbarían
un canto a la tristeza.
El miedo,
cernido por el amor de los riñones,
se volvería guardián de la intuición.
Y el hígado
encendería la ira
hasta volverla luz.
Si el cuerpo supiera
que el vapor del esfuerzo,
atrapado en los poros,
es resiliencia que se puede abrazar,
los huesos sostendrían la paz,
liberados ya de culpa,
cargando
solo alma.
Quizá queda un secreto:
la sangre,
consciente del mandato,
llevaría al corazón el átomo-semilla
que sella lo aprendido.
Y la voz sabría nombrar cada vivencia
desde su casa liminal,
entre la melodía interna
y el lenguaje de la carne,
aunque, por temor al qué dirán, callaría.
Antes de que la garganta
engulla la experiencia,
poniendo en entredicho mi cordura,
la escribo
línea a línea.