La sabiduría
Está en el borde de mi cama.
La mente se asoma,
como un niño inquieto en la ventana,
esperando oír su nombre.
Está en el borde de mi cama.
La mente se asoma,
como un niño inquieto en la ventana,
esperando oír su nombre.
Entiendo mi invierno,
en esta estación,
soy un árbol que se guarda.
Cada rama, cada propósito,
es un puño cerrado que acumula.
No hay prisa.
No es fácil. Todo afuera
dispersa, distorsiona, dificulta.
Lo observo desde dentro;
en su núcleo hay miedo.
Escudriño más profundo,
donde la luz se mantiene intacta,
donde cada filamento encuentra su lugar
y nada se deshace.
donde la luz se mantiene intacta,
donde cada hilo encuentra su lugar
y nada se deshace.
Como árboles que extienden sus raíces,
y con sus hojas se buscan,
en comunión con el bosque.
Antes de integrar lo nuevo,
hay que repasar el caos que fuimos,
el poso de las promesas con las que nos mentimos
y los vestigios de lo que nos arrastró
por caminos sin mapa ni corazón.