Poema sobre la ternura cotidiana de la abuela: el lazo invisible con los que amamos
Storgé
La abuela parte el pan sobre la tabla
con movimientos suaves, como si supiera
que el cuchillo no corta solo el pan.
no eres mi conciencia
ni siquiera su lucidez,
solo el instrumento para sintonizarla.
En el centro del templo
una dimensión se abre:
la razón puede entrar
sin poseerme.
Desde ahí gobierno.
Un destello se despliega
y se invierte sobre un límite
oscuro:
…
Declaro mi lugar:
no en la herida del sacrificio,
sino en la raíz que ya arde
con su propio orden.
Un niño juega descalzo
sobre el césped húmedo.
Su risa remueve la tarde,
relámpago de agua clara.
Un velo se descorre,
un espejo líquido
me mira a través de mi rostro multiplicado;
se disuelve,
se descompone en reflejos que no obedecen.
Si me buscas,
toca mi puerta del Este,
donde el amanecer es lúcido,
y la claridad enciende la frente.
Desnudos de nombre,
bajamos al círculo.
La sal del origen
aún duerme en la lengua.