Poema sobre la ternura cotidiana de la abuela: el lazo invisible con los que amamos
Storgé
La abuela parte el pan sobre la tabla
con movimientos suaves, como si supiera
que el cuchillo no corta solo el pan.
Poemas que brotan de la emoción inmediata, del pulso vital que tiembla y se desborda en la palabra.
Un niño juega descalzo
sobre el césped húmedo.
Su risa remueve la tarde,
relámpago de agua clara.
[…]
El cálido viento de entonces,
casi perceptible ahora,
mueve las amapolas.
El manto de espigas
permanece inmóvil.
Los dedos de la niña
intentan intuir
la textura del pétalo
que se deshace,
se desvanece
junto a la imagen,
hoy desenfocada.
[…]
Me despierto más tarde que el cuerpo.
Hay algo en mí que no se mueve,
pero arrastra.
Una esencia quieta
que espera ser tocada.
Hay vivencias que
no caben en el cuerpo:
se quedan en la garganta,
casi siempre en el estómago
Al borde de la cama,
la manta recogida
como un cuerpo que se resiste
a perder el calor.
En el patio de al lado
un niño trepa sobre la mesa de jardín.
Levanta los brazos,
gira en círculos,
grita un nombre inventado.
Muchos días
enciendo una vela blanca antes del mediodía.
Mientras la niña interior medita, sincroniza
el latido de sus fractales con el universo: