Cuando la nieve derrama
su bendición frente a mi hogar,
el vaho en los cristales revela
los versos de una canción inédita,
escrita en la ventana.
Mientras tanto, la incertidumbre
cede su dominio,
y una nueva melodía
vibra en las paredes.
La aceptación se sincroniza
con el ritmo; celebran el frío,
la entrega y la perseverancia.
Entonces, mis lágrimas vuelven,
inspirando al alma adormecida,
que, durante la próxima estación,
cuando los gélidos fractales
se desvanezcan ante mí; despertará.
Yolanda Gutiérrez
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