Entiendo mi invierno.
En esta estación,
soy un árbol desnudo.
Cada rama, un propósito,
un puño cerrado que acumula.
Bajo la tierra,
la sed toma el agua
a través de mis raíces,
lentas, constantes.
El deseo, otra forma de crecer.
En el centro de la madera,
la savia se expande.
El peso se alinea al silencio,
no temo el frío.
Cuando el viento pasa,
me inclino y agradezco.
Su mensaje me toca
en lo profundo.
Todo en mí es espera,
no por resignación,
sino porque sé que la primavera
está creciendo dentro de mi cuerpo.