La calma después del caos
es su cuerpo.
El pellizco en el estómago,
cuando descubro que lo que busqué
estaba en mí desde siempre,
es el reconocimiento de su cuerpo.
Si me pongo la máscara,
sabiendo que es solo eso,
estoy honrando su cuerpo.
Cuando el corazón deja de temer,
y solo queda el espacio vacío
que, por fin,
se llena de lo que siempre fui,
entonces su cuerpo
se reconoce en el mío.
Y en esa vacuidad, lo que no es,
se revela como luz que habito.