Mi propia llama

No heredé rezos,
los recordé.
No copié caminos,
los caminé con pies valientes.

Dejé de buscar
mantras que no resonaran en mi piel
y guardé silencio
hasta escuchar mi voz verdadera.

He sido humo
y fuego,
y ahora soy ceniza que abona
las semillas que planto.

Mi credo
no usa túnicas ni dogmas;
se parece más
a tender la cama con presencia,
a escuchar sin interrumpir,
a decir “gracias”,
no solo con la voz,
también con las manos,
con la presencia.

Y, si alguien pregunta en qué creo,
respondo sin palabras:
respiro.

INSPIRACIÓN Y POESÍA

¡SUSCRÍBETE PARA RECIBIR LOS ÚLTIMOS POEMAS Y REFLEXIONES!

¡No hago spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Yolanda Gutiérrez
Deja que el poema te encuentre