Soltar el peso del pasado
y admirar cómo la voluntad
se enraíza en una nueva tierra,
a la que no daremos nombre.
Emerge un horizonte.
Su infinitud recrea el infinito.
Un pulso inédito aparece,
la evolución ya no espera a nadie.
El corazón avanza,
la mente inferior se queda al margen;
lo material, menos tangible,
cede su poder al elevarse.
La vibración del «Amor»
integra cada acto
para dejar de ser algo inefable.
Lo que ayer fue indispensable,
hoy tan solo es biografía.
Yolanda Gutiérrez
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