De cada verdad revelada
nace un pájaro,
uno que canta cuando el alma lo escucha.
Se posa en el lado del pensamiento crítico,
y decide quedarse,
suave, tibio, inmenso.
Se alimenta de la flor que brota
en las entrañas de la soberanía;
ya es su estación.
Hundo mi voluntad para cultivarla.
Sé, sin embargo,
que para que anide
no deben quedar
dogmas
costumbres dañinas
mentiras
que, al perpetrarse,
matan la tierra
y envenenan su agua.