Poema sobre la ternura cotidiana de la abuela: el lazo invisible con los que amamos
Storgé
La abuela parte el pan sobre la tabla
con movimientos suaves, como si supiera
que el cuchillo no corta solo el pan.
no eres mi conciencia
ni siquiera su lucidez,
solo el instrumento para sintonizarla.
En el centro del templo
una dimensión se abre:
la razón puede entrar
sin poseerme.
Desde ahí gobierno.
Un destello se despliega
y se invierte sobre un límite
oscuro:
Entre lo que sube y lo que cae
ahí existo.
Una de las sillas está bajo el árbol.
El sol atraviesa sus hojas;
todo lo que queda después,
sombra y frescor que todos agradecemos.
No era la primera vez
que alguien me decía «cuídate»
al despedirse.
Sin embargo,
algo en su tono se quedó en mí,
como una mano en el hombro
en el momento oportuno.
Mientras la niña interior medita, sincroniza
el latido de sus fractales con el universo: