Los que conservamos la salud y tenemos alimentos suficientes, y nos protege el confort de un techo digno, nos interiorizamos para reconstruir nuestros Valores por y para los que no tienen espacio que habitar, y tienen hambre, y su dignidad está mordida.
Ahora que echamos tanto de menos las distancias cortas,
¡no queremos abrazos!
Ahora que la desolación de las plazas silenciadas
y de las calles vacías nos muestra la soledad de muchos,
¡no queremos abrazos!
Ahora que cientos de mensajes y noticias nos encogen el corazón,
¡no queremos abrazos!
Y aunque «seguimos creyendo en los asombrosos poderes del abrazo humano»,
¡no queremos abrazos!
Ahora que hemos descubierto a tantas personas anónimas,
heroicas —quizá tú seas una de ellas—,
que ponen en riesgo sus preciadas vidas
para cuidar, proteger, sustentar, nuestras preciadas vidas;
deseamos que toda la fuerza del amor
de los abrazos que no nos estamos dando llegue a sus brazos
—a tus brazos—.
Tras un tiempo, volverá el ruido cotidiano
y con él volverá el poder del abrazo humano.
Abrazos más honestos, más conscientes.
Y habremos aprendido que el aire,
cada día más limpio, es el mismo que todos respiramos,
y que esta otra forma de Estar Presentes
se ha convertido en una nueva forma de abrazarnos.
«…Nosotros
seguimos creyendo
en los asombrosos poderes
del abrazo humano.»
Nosotros, Eduardo Galeano