No diseñé este cuerpo que me contiene.
Lo elegí para que la piel se endurezca
bajo el clima extremo.
Aunque estos huesos conocen la quietud
y las grietas de su casa,
su fuerza interna acepta
el ruido.
Ya no lucho contra él.
Lo habito con la precisión de quien aprende
a navegar un río sin corriente,
sin esperar que crezca la tormenta.