Silencio en el centro
Muchos días
enciendo una vela blanca antes del mediodía.
Muchos días
enciendo una vela blanca antes del mediodía.
Mientras la niña interior medita, sincroniza
el latido de sus fractales con el universo:
He tenido que volver, en servicio, demasiadas veces
a un cuerpo que no descansa.
Presagio de tristezas antiguas,
lejía,
y de todo lo que tememos que suceda;
Primero fue el sonido:
la noria chirriando en lo alto,
los gritos suben, pintan el azul de rojo.
No heredé rezos,
los recordé.
No copié caminos,
los caminé con pies valientes.
Los días ya no se instalan con la lentitud de antes.
Vienen, hacen lo suyo —lo preciso—
y se convierten en el siguiente.
No hay milagro.
Solo un leve ajuste:
otra frecuencia.
aprendí a doblarme
para caber en la forma
de otras mujeres
hoy me hablé
como si nunca me hubiera fallado