Estación suspendida

He tenido que volver, en servicio, demasiadas veces
a un cuerpo que no descansa.
Presagio de tristezas antiguas,
lejía,
y de todo lo que tememos que suceda;

No te alcanza

Primero fue el sonido:
la noria chirriando en lo alto,
los gritos suben, pintan el azul de rojo.

Ya no lucho

Aunque estos huesos conocen la quietud
y las grietas de su casa,
su fuerza interna acepta
el ruido.

La sabiduría

Está en el borde de mi cama.
La mente se asoma,
como un niño inquieto en la ventana,
esperando oír su nombre.

Latente

Entiendo mi invierno,
en esta estación,
soy un árbol que se guarda.
Cada rama, cada propósito,
es un puño cerrado que acumula.
No hay prisa.