Poema sobre cargar con responsabilidades ajenas y el servicio confundido con deber
En una estación,
un hombre me pide que custodie su mochila.
En una estación,
un hombre me pide que custodie su mochila.
Ya estoy al otro lado del puente.
No tengo prisa.
Te espero.
Mientras la niña interior medita, sincroniza
el latido de sus fractales con el universo:
aprendí a doblarme
para caber en la forma
de otras mujeres
hoy me hablé
como si nunca me hubiera fallado