Luz que habito
Si me pongo la máscara,
sabiendo que es solo eso,
estoy honrando su cuerpo.
Si me pongo la máscara,
sabiendo que es solo eso,
estoy honrando su cuerpo.
He vuelto al lugar donde soy
la semilla y el fruto,
donde mi mente se desarma,
un desprenderse necesario.
No es fácil. Todo afuera
dispersa, distorsiona, dificulta.
Lo observo desde dentro;
en su núcleo hay miedo.
Escudriño más profundo,
donde la luz se mantiene intacta,
donde cada filamento encuentra su lugar
y nada se deshace.
donde la luz se mantiene intacta,
donde cada hilo encuentra su lugar
y nada se deshace.
Como árboles que extienden sus raíces,
y con sus hojas se buscan,
en comunión con el bosque.
El corazón avanza,
la mente inferior se queda al margen;
lo material, menos tangible,
cede su poder al elevarse.
Y aunque el nombre de madre
lo he ganado al concebir
recipientes de sangre,
sé que el infinito lo nombra
como horizonte humano
que abraza en su pecho.
[…]
Nos encontramos donde el aire tiene aroma a nutrición,
un espacio sagrado y cálido,
sin más origen que el momento.
Las cabezas, separadas por siglos y neuronas,
al fin convergen, aunque no se tocan.
El infinito baila en mi fuego,
mi fuego es él
Acoge mi minúsculo cuerpo,
lo mece
en el mundo finito.
Si no estoy atenta
muere
el balanceo,
si no estoy abierta,
la caricia
[…]
Doy gracias
por las personas de mi vida
que han «florecido»,
sabiendo que no son superiores.
Conscientes de que nos necesitamos.
Doy gracias
por las personas de mi vida
que han «florecido»,
sabiendo que no somos inferiores.
Conscientes de que nos necesitamos.
Todas las semillas, sin excluir
a ninguna, somos parte
de la belleza diversa
de un bosque que, al brotar,
no impone límites,
y se nutre de nuestras diferencias,
proyectando un paisaje trascendental,
donde la verdad y la libertad
fortalecen la tierra.