Un regreso sencillo
Es momento de olvidar las reglas que juramos seguir,
de dar paso a la intuición que no pide permiso.
Poemas que brotan de la emoción inmediata, del pulso vital que tiembla y se desborda en la palabra.
Es momento de olvidar las reglas que juramos seguir,
de dar paso a la intuición que no pide permiso.
Detener el tiempo no es un truco,
ni un deseo que se manifiesta en palabras usadas.
Es la fuerza exacta donde ceden el «ahora» y el «nunca»,
el instante, rendido a nuestras conciencias.
Vuelvo al reflejo en el que, por vez primera, rechacé mi rostro pecoso, para susurrarme al oído una canción que años más tarde escribiré:
[…]
Me impaciento…
Sin embargo, necesito que el tiempo se detenga.
Tú dentro, al resguardo de mi sangre.
No fuera que hace mucho frío
y el ruido es muy intenso.
Tú duerme mientras mamá se desespera.
Me impaciento…
[…]
En mí,
el ritmo de las canciones que me han enseñado a respirar.
Las casas que me habitan y su significado,
gracias a ellas comprendo el Refugio.
La melodía acumulada del rumor de mi nombre.
El tacto de la corteza del árbol que me sostiene
en las noches de verano.
[…]
[…]
Me asusta enfrentarme a los ojos de sus vivos,
si miro su dolor me atrapa el frío de un final sin despedida.
[…]
Ahora que la desolación de las plazas silenciadas
y de las calles vacías nos muestra la soledad de muchos,
¡no queremos abrazos!
[…]
[…]
El aroma de su comida
me habla de la emoción
que siente el estómago
saciado de felicidad,
de la fruta con sabor a ajo
porque ese es el olor
de la sabiduría de sus manos
y de tanto, tanto, cariño
que hay suficiente para
llenar las fiambreras.
[…]
[…]
Cuando el tiempo transcurra más deprisa,
cuando ya no sepa si la fórmula
es una suma o una resta.
Cuando tenga aún más ganas de bailar
y la voz brille,
y los gemidos, mientras hago el amor
dentro de una barca, dejen el mar removido.
Y camine erguida con la energía del logro,
y las manos llenas,
y al momento vacías,
y ya sin temor.
Porque todo lo que esperaba ha sucedido.
[…]