Raíz de invierno
De niño fue templado, silencioso.
Crecía en el silencio y sin testigos.
Habitaba en sí mismo, sin alarde,
como crecen las raíces en invierno.
De niño fue templado, silencioso.
Crecía en el silencio y sin testigos.
Habitaba en sí mismo, sin alarde,
como crecen las raíces en invierno.
La busco en la línea que deja el sueño,
en las esquinas donde mi sombra se repliega,
allí donde debería escuchar:
«Cúidate».
Una parte de mí responde: «No hay tiempo».
Detener el tiempo no es un truco,
ni un deseo que se manifiesta en palabras usadas.
Es la fuerza exacta donde ceden el «ahora» y el «nunca»,
el instante, rendido a nuestras conciencias.
Me impaciento…
Sin embargo, necesito que el tiempo se detenga.
Tú dentro, al resguardo de mi sangre.
No fuera que hace mucho frío
y el ruido es muy intenso.
Tú duerme mientras mamá se desespera.
Me impaciento…
[…]
Y aunque el nombre de madre
lo he ganado al concebir
recipientes de sangre,
sé que el infinito lo nombra
como horizonte humano
que abraza en su pecho.
[…]
Nos encontramos donde el aire tiene aroma a nutrición,
un espacio sagrado y cálido,
sin más origen que el momento.
Las cabezas, separadas por siglos y neuronas,
al fin convergen, aunque no se tocan.
A mis hijos,
Os vi nacer, crecer, madurar, y sigo sintiendo la misma voluntad de sosteneros, aunque ya no os sujete tan fuerte. Os prometí que estaría siempre cerca. Os vi volar, y ese es un dolor dulce que no sabía que sentiría.
[…]
El aroma de su comida
me habla de la emoción
que siente el estómago
saciado de felicidad,
de la fruta con sabor a ajo
porque ese es el olor
de la sabiduría de sus manos
y de tanto, tanto, cariño
que hay suficiente para
llenar las fiambreras.
[…]
Hijos, quisieracurar vuestras heridas con flores,protegeros con el amor de mis hojas,ser un árbol de verdades profundascon un paraíso en los brazos.
Volver
al silencio de las flores
y a su
canción efímera
La cicatriz y el color de tu voz
La cicatriz y el olor de tus manos
La cicatriz y el calor de tu abrazo
Vía a la vida
Que la tierra traslade el giro
y hunda en la greda de su entraña
al cuerpo
Que lo acune como la madre
ondula al hijo en el útero
Hace tiempo que nace
en las cuatro estaciones,
en el agua, en el cuerpo
Pulsión de fuego y de aire
Flores y una sola bandera
utopía
[…]