Poema sobre la autoestima y el reconocimiento
aprendí a doblarme
para caber en la forma
de otras mujeres
Poemas que brotan de la emoción inmediata, del pulso vital que tiembla y se desborda en la palabra.
aprendí a doblarme
para caber en la forma
de otras mujeres
hoy me hablé
como si nunca me hubiera fallado
Duermo con la mente vacía.
Me levanto tarde y evito las promesas.
Mi casa no tiene puerta trasera
ni cajones donde esconder el miedo
De niño fue templado, silencioso.
Crecía en el silencio y sin testigos.
Habitaba en sí mismo, sin alarde,
como crecen las raíces en invierno.
Está en el borde de mi cama.
La mente se asoma,
como un niño inquieto en la ventana,
esperando oír su nombre.
Entiendo mi invierno,
en esta estación,
soy un árbol que se guarda.
Cada rama, cada propósito,
es un puño cerrado que acumula.
No hay prisa.
De cada verdad revelada,
nace un pájaro:
uno que canta solo cuando el alma lo escucha.
Se posa en el lado del pensamiento crítico
y decide quedarse,
suave, tibio, inmenso.
Antes de integrar lo nuevo,
hay que repasar el caos que fuimos,
el poso de las promesas con las que nos mentimos
y los vestigios de lo que nos arrastró
por caminos sin mapa ni corazón.
La busco en la línea que deja el sueño,
en las esquinas donde mi sombra se repliega,
allí donde debería escuchar:
«Cúidate».
Una parte de mí responde: «No hay tiempo».