Manual de cocción interna
Poema sobre el crecimiento interior y el arte de nutrir la propia vida
Hay vivencias que
no caben en el cuerpo:
se quedan en la garganta,
casi siempre en el estómago.
Para no asfixiarse,
es mejor fragmentarlas;
lavarlas con lágrimas,
para que no fermenten.
No hay una sola receta
para crecer por dentro.
Algunas fórmulas piden
ser creativo, mantener un ritmo constante, insistir con calma…
Otras exigen honestidad y pasos iniciáticos.
No conviene encender el fuego demasiado alto:
la prisa deja a medias el centro.
Lo que se cuece lento
nutre el alma.
Salpimentar al gusto,
pero no confundir la esencia propia
con un condimento ajeno.
Aprender a distinguir con maestría.
Si algo se derrama,
no limpiar de inmediato:
mirar la forma de lo que se pierde.
Estar presente,
para que, más tarde, no quede la duda.
Cuando llegue el momento,
no pedir permiso para servir.
Alimentarse de lo que uno es. Ofrecerlo,
en un acto sagrado, necesario.
Y si no es lo que se esperaba,
que no haya castigo:
el error es un maestro sabio.
Las entrañas, siempre abiertas,
son su lugar de ensayo.
Atención:
Nombrar el miedo no lo disuelve,
pero evita confundirlo con hambre.