Para qué decirlo
Hay pensamientos que, al hacerse palabra, abren grietas antes de perderse en el aire. O caen como piedras: indiferentes al agua, a la onda que provocan, o a la vida que dañan.
Hay pensamientos que, al hacerse palabra, abren grietas antes de perderse en el aire. O caen como piedras: indiferentes al agua, a la onda que provocan, o a la vida que dañan.
La espiral giró sobre sí misma,
se disfrazó de línea de tiempo.
El cuadrado mostró el hogar y la cárcel.
Tierra,
cuerpo,
hambre,
miedo.
El corazón avanza,
la mente inferior se queda al margen;
lo material, menos tangible,
cede su poder al elevarse.
Detener el tiempo no es un truco,
ni un deseo que se manifiesta en palabras usadas.
Es la fuerza exacta donde ceden el «ahora» y el «nunca»,
el instante, rendido a nuestras conciencias.
Cuando la nieve derrama su bendición
frente a la puerta de mi hogar,
el vaho en los cristales revela los versos
de una canción inédita escrita en la ventana.
[…]